Nosferatu
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De todos los clanes, los Nosferatu son quienes más agudamente sienten la Maldición de Caín. Su Abrazo es una experiencia atroz al arder por sus venas moribundas la sucia sangre del clan, deformando sus cuerpos en apariencias monstruosas. Todos y cada uno de los miembros del clan Nosferatu son rehechos en un horror deforme y repugnante. Una vez que el cambio se completa, lo que puede llevar una semana, ni siquiera los ciegos los pueden confundir con humanos, pues muchos de ellos tienen un hedor horrendo que ofende a las narices temerosas de Dios. Una sola mirada a su horrible semblante confirma que son malvados, criaturas del pecado encarnado, apartadas de la humanidad.

Algunos se vuelven locos una vez que se dan cuenta de lo que ha sucedido y tienen que ser destruidos por sus sires. El resto encuentra distintas formas de sobrellevarlo, pero todos son cambiados por su traumática experiencia. Muchos Nosferatu recién creados culpan de su condición al vampiro que los creó, y con buen motivo, pues les escogió para este terrible destino. Aunque la mayoría de los neonatos tienen que pasar un tiempo bajo el ala de su sire, tratan de escapar tan pronto como puedan del monstruo que les convirtió en monstruos. Estos vínculos de odio se remontan hasta el primero de su linaje, si hay que creer las leyendas.

Absimilliard, el fundador del clan, estaba obsesionado con la belleza, tanto la suya como la de otros, Algunos dicen que dirigió la rebelión contra la Segunda Generación, los propios chiquillos de Caín. Otros dicen que ganó el afecto de un mortal, con quien Caín estaba fascinado. Cualquiera que fuera la causa de la ira del Padre Oscuro, Absimilliard fue castigado con la pérdida de lo más precioso para él. Su fealdad era un tormento para él. Aún pero fue el constante rechazo de la gente bella, incluyendo su amante, cuandoquiera que se acercaba a ellos. El primer Nosferatu volvió si ira hacia sus chiquillos, y se rumorea, incluso ahora, que les da caza por medio de sus peones.

Los vampiros de este clan han aprendido los métodos de la ocultación para enmascarar su maldición. Son maestros de la ocultación, el engaño y el subterfugio, tanto sobrenaturalmente como mundano. Aunque algunas de sus habilidades les permiten parecer normales durante un tiempo, el dolor que hirvió dentro de ellos cuando fueron Abrazados nunca les deja del todo. Permanece como un recordatorio constante de en qué se han convertido. Muchos otros Cainitas toman estas aflicciones como una señal visible de la maldad dentro de cada vampiro, y los evitan para evitar que se les recuerde su propia condenación.

Los miembros del clan tratan con su infortunio de muchas formas. Algunos buscan consuelo o penitencia en la religión, esperando que el Señor los perdone y los conceda la entrada al Cielo. Emprenden búsquedas como caballeros Cainitas, buscando hacer buenas obras, o mortifican su carne no muerta con la esperanza de ganar la gracia del Señor. Muchos buscan asilo en la Iglesia, cuya oferta del perdón universal gracias a Cristo para ofrecer el mejor camino a la redención. Otros hallan que las herejías de la época ofrecen un estilo de vida y un conjunto de escrituras que son más apropiadas para ellos.

Otros buscan esconderse de la sociedad, viviendo entre los leprosos y los enfermos de alguna utilidad para la sociedad Cainita por medio del trueque y el tráfico de información que obtienen al observar, escuchar y aprender desde las sombras. Los Altos Clanes desprecian a estos desgraciados, mas pocos de los primeros malditos admitirían jamás lo mucho que han llegado a depender de ellos para tener alguna ventaja en la Guerra de los Príncipes. Estos Nosferatu a menudo se juntan en pequeños grupos, y hacen todo lo posible por ocultar su número de sus vecinos vampíricos.

El último grupo ve su semblante como un signo irrebatible de condena, Sus almas están corrompidas más allá de la redención, y no hacen ningún esfuerzo para ganar la gracia de un Dios que les ha abandonado tan cruelmente. En vez de eso, se convierten en monstruos que buscan vengarse de los vivos y de la sociedad Cainita de cualquier forma que puedan.

Remoquete: Leprosos.

Apariencia: La característica que define a los Nosferatu es su absoluta fealdad. Puede tomar muchas formas: cualquier cosas desde un cuerpo retorcido y deforme con jorobas, miembros deformes o tullidos y una cabeza hinchada, hasta piel correosa, diviesos purulentos y heridas siempre abiertas. Unos pocos de los miembros más inclinados a la religión del clan ven las últimas como un signo del sufrimiento que Dios desea que soporten, reflejando los estigmas de Cristo. Algunas deformidades sin pasadas de sire a chiquillo, creando familias distintivas de Nosferatu. La mayoría tratan de ocultar sus cuerpos tan bien como puedan debajo de túnicas que los cubran de pies a cabeza, a menudo hechas de tela basta como aquellas que llevan los leprosos mortales.

Refugio y presas: Cada miembro del clan se busca una guarida tan lejos de la sociedad como pueda. Los asentamientos abandonados, en ruinas o infectados por epidemias son los favoritos, como lo son las alcantarillas de la era romana y los pasajes subterráneos de las pocas ciudades que poseen tales lujos. Muchos se esconden en las partes más lejanas y menos usadas de monasterios o castillos. Unos pocos eligen colonias de leprosos, de forma que sus deformidades no destaquen entre la masa. Los miserables, enfermos o locos son la presa habitual del clan, aunque algunos miembros religiosos del clan eligen alimentarse de aquellos que sienten que no viven de acuerdo con su credo.

El Abrazo: Algunos Nosferatu escogen a aquellos que ya están deformados, marginados o enfermos con la esperanza de que su mentalidad sea la apropiada para los rigores del Abrazo. Otros han encontrado que la gente que está amargada sobre su suerte en la vida se adapta más rápidamente. Aún otros, en particular aquellos que se han entregado a sus naturalezas monstruosas, eligen a los bellos, exitosos o de alto rango para el Abrazo, deleitándose en su horror y locura mientras intentan adaptarse a su nueva condición.

Creación de personaje: Los Atributos Mentales son dominantes en la mayor parte del clan, aunque también existen guerreros y matones Nosferatu cuyos Atributos Primarios son los Físicos. La mayoría del clan valora los Conocimientos por encima de los Talentos o Habilidades. Los Contactos son bastante comunes en el clan, pero Aliados y Criados son excepcionalmente raros. El clan está dividido entre aquellos que caminan por los Caminos del Cielo, del Pecado y de la Bestia. El Camino de la Humanidad es tan raro que prácticamente no existe entre los Leprosos.

ESTEREOTIPOS

Los Altos Clanes: Oh, tan altos y poderosos hasta que necesitan algo de nosotros. Entonces se arrodillan suplicando en el barro como el resto.

Los Bajos Clanes: Están tan marginados como nosotros, pero demasiado obsesionados consigo mismos para darse cuenta. Eso nos da una ventaja.

Lasombra: Cada uno está obsesionado consigo mismo, pero la mayoría son conscientes de que la información es la mejor moneda.

Toreador: Sus caras bonitas les permiten jugar con el ganado. ¿Cómo pueden olvidar que sus juguetes saldrían corriendo si la auténtica naturaleza de su señor fuera revelada?

Tremere: Aspirantes a monstruos que necesitan una lección sobre lo que significa ser un vampiro.

Tzimisce: Comprenden lo que somos, e incluso tratan de hacerse iguales a nosotros.

Disciplinas de Clan: Animalismo, Ofuscación y Potencia.

Debilidades: todos los Nosferatu quedan deformados y horribles durante el resto de sus no vidas. Su Apariencia tiene un valor automático de cero, y no puede ser nunca mejorado por ningún medio (incluso pierden el punto automático que todos los personajes reciben en Atributos). Todas las tiradas que impliquen Apariencia fallan automáticamente.

Organización: A pesar de su apariencia y sus difíciles relaciones con sus sires, la mayoría de los Nosferatu son criaturas sorprendentemente sociales, al menos entre ellos. Esto bien puede ser porque los otros miembros del clan son los únicos que no les juzgan por su apariencia. Muchos se reúnen en pequeños grupos e intercambian libremente información entre ellos. Los Nosferatu religiosos suelen mantener contactos con otros de un credo similar para animarse mutuamente en sus esfuerzos.

Cita: “Ven aquí, muchacho, ¿qué me dices de un beso? (tos gargajosa y resollante) ¿Qué pasa? ¿Nuestro enorme matón está asustado? No es divertido ser la víctima, ¿verdad? ¡Bueno, pues ve acostumbrándote, porque aún no has visto ni la mitad!”


(Del manual Guía de los Bajos clanes)

Dios retorció mi rostro hasta hacerlo parecer al de una Gorgona, pero no hizo de mí un monstruo. Mi sire me educó en un pozo oscuro e incluso me ha llamado Despojo en su propia lengua, pero no hizo de mí un monstruo. Imagino que con el tiempo, el resto del mundo triunfará donde ellos han fracasado.

—Erzsébet de Pest

Un viejo proverbio sueco dice: “aquellos que murmuran, mienten”. Ciertamente los Nosferatu han murmurado durante largo tiempo. Otros Cainitas han recurrido siempre a ellos tanto como buscadores como custodios de secretos, muchos de los cuales mejor hubieran permanecido enterrados, y resulta muy difícil diferenciar entre los secretos y las mentiras: ¿es una historia imposible de ve rificar porque los culpables han eliminado pruebas, o sencillamente porque es una absoluta patraña? Es posible que un buen número de mentiras se haya abierto paso en la Historia de los Nosferatu, pero sólo los más antiguos pueden matizar las diferencias. Aun así, de las incontables perlas de información que los Nosferatu apilan con avaricia en sus mentes, las que más atesoran son las relacionadas con su propio pasado y naturaleza .

Orígenes

El relato Nosferatu de sus orígenes comienza, como la mayoría, con Caín y sus tres chiquillos, Enoch, Irad y Zillah. De acuerdo con la leyenda, Zillah era la más inquieta de la progenie original de Caín, a menudo vagando más allá de los muros de la Primera Ciudad. Aunque un pequeño anillo de granjas y viñedos rodeaba la ciudad, las tierras que se extendían más allá eran tan salvajes como lo había sido el día que Dios creó a las bestias. En aquellas estepas vivía una tribu de poderosos cazadores y entre ellos vivía uno cuyo nombre era Absimiliard. Era el sobrino del jefe, pero todo el mundo decía que sería su sucesor. Era el cazador más astuto y el guerrero más feroz, dotado además con el rostro de un arcángel (los Nosferatu admiten que Absimiliard probablemente no era su nombre de nacimiento, pero una vez más no quieren saber o hablar de él. Eso podría atraer su atención).

En aquellos días, los que vivían fuera de la ciudad (los que habían permanecido leales a su padre Set y su abuela Adán) desconfiaban mucho de Caín y sus vasallos. Al mismo tiempo, codiciaban todas las cosas buenas y útiles que los artesanos de la ciudad confeccionaban. En ocasiones, lanzaban incursiones contra la ciudad, que eran repelidas y castigadas con dureza. Cuando Absimiliard nació, los pueblos de fuera y de dentro de la ciudad ya llevaban mucho tiempo en pie de guerra, así que cuando Absimiliard se topó con un extraño rastro cuyo aspecto y olor no reconocía, supo que sólo podía tratarse de un mal originado en la ciudad.

Siguió el rastro durante dos días y sus noches, y cuando se decidió a mirar a su alrededor vio que estaba en un territorio desconocido. Allí, Zillah, su presa (que había disfrutado de la persecución a la perversa manera de los no muertos), se volvió a él y lucharon. El cazador se defendió con fiereza, pero eso no le dio ventaja. Ella rió al derrotarlo, regalándole de paso una cicatriz en la mejilla. Luego lo Abrazó para gozar de sus gestas a su eterno servicio. Él nunca la perdonó.

Cuando él creó a sus propios chiquillos, inoculó en ellos deliberadamente su odio hacia Zillah. Algunos nombres han llegado hasta hoy a lo largo de los siglos: Melachoate, Yima, Grayomart, Illuyankas. Sólo una chiquilla se resistió al odio y al juramento de sangre, dicen los Nosferatu europeos: en la noche de su Abrazo, al principio dio la bienvenida a su extraño y atractivo
amante, pero antes del amanecer pudo contemplar la verdadera falsedad de su espíritu y huyó de él. En Rusia dicen que esta mujer en la Baba Yaga de la antigua leyenda mortal, pero en otros lugares el nombre de Baba Yaga figura entre los fieles chiquillos de Absimiliard. Cualquiera que sea su nombre, casi todos los Nosferatu del mundo cristiano aseguran ser sus descendientes y por lo tanto se refieren a ella como la Matriarca.

Finalmente Absimiliard escogió el momento para atacar a Zillah con la ayuda de sus chiquillos. Aunque Zillah lo derrotó, Caín se sintió profundamente molesto por este sacrilegio. Maldijo a Absimiliard y a toda su progenie con la monstruosidad, una maldición que llevaron en su propia sangre, de tal forma que todos los que bebieran de ella la compartieran. Desde aquella noche,
se les conoció como los perros de la plaga o los leprosos en todas las lenguas conocidas por el hombre, pero fue el término griego nosphoros (“portador de la plaga”) el que dio lugar al nombre más popular del clan. Absimiliard, que era tan engreído que una fina cicatriz le había conducido hasta la rabia asesina, sé tomó este castigo ciertamente mal. Se refugió en los lugares más profundos para ocultar su destrozado rostro.

Algunos Nosferatu dicen que Absimiliard, sumido en su amargura, urdió un vil plan para volver a ganarse la gracia de Caín ofreciéndole la sangre de toda su línea. Comprometió a sus chiquillos leales en esta tarea y los llamó los Niktuku (supuestamente derivado del término primitivo nek-duku, que significa “aquellos que guían a la Muerte”). Hasta las noches de nuestros tiempos, recorren el mundo en busca de la Matriarca y sus descendientes. Otros Nosferatu insisten en que los Niktuku se embarcaron en esta misión por razones de venganza, creyendo que la Matriarca. estaba de su lado, sus fuerzas combinadas hubieran derrotado a Zillah. Desafiando la vergüenza de su padre al destino, se tornan deliberadamente más horribles mutilando sus propios cuerpos
y adornándolos con huesos putrefactos, sanguijuelas y nocivas vestimentas. Cualquiera que sea la verdad, no obstante, la mayoría de los Nosferatu temen a los Nictuku como a pocas cosas.

Noches Antiguas

Abandonados a su suerte, los hijos de Nosferatu buscaron un lugar donde asentarse. Cuando el mundo era joven, esto era mucho más sencillo que ahora. El sentido de dominio que los mortales tienen sobre la naturaleza era mucho más tenue e imaginaban todo tipo de monstruos merodeando allende los muros de sus ciudades y las cercas de sus pastos. Así, los Leprosos no tuvieron muchas causas para hablar de viejas maldiciones o buscar base lógica alguna. En la medida en que les concernía, eran lo que eran porque alguien tenía que serlo: los vivos necesitaban cosas que temer, que odiar, cosas contra las que luchar. Adoptaron el papel de los
demonios que ya medraban en las conciencias de los mortales, y si no tenían un monstruo al que temer, los Nosferatu se lo servían en bandeja.

Sin embargo, incluso entonces a más de uno le irritaba esté destino. No bastaba con sencillamente dañar y asustar a los vivos. Todo aquello debía entrañar alguna lección. Algunos utilizaron ese don para enseñar su sabiduría, en particular sobre apariencias engañosas. sumieron
apariencias aceptables para seducir y traicionar a los de corazón superficial, a menudo llevándolos a la maldición, o se dedicaron a cultivar una reputación temible y a premiar con sus talentos a los mortales que se enfrentaban a sus mentiras y pasaban sus pruebas.

No fueron pocos los que vieron sus historias convertidas en fragmentos permanentes de las leyendas mortales. Gracias a ellos, dicen con orgullo, los vivos han conocido la virtud. Cuando los más jóvenes escuchaban la historia de Vasalisa la Sabia, que obtuvo el don del fuego de Baba Yaga, aprendían a atender a sus madres, tanto como si estaban vivas o muertas. Cuando las madres oían los rumores de la Nocnitsa o la Bendith Y Mamu o los spriggans, custodiaban las cunas y los lechos de sus críos de cerca. Cuando a los padres se les hablaba de Rumpele-stilt o del viejo rey Cefeo,recordaban no hacer más que sabias promesas y mantenerlas a cualquier precio. Cuando los guerreros entonan cantos sobre la batalla entre Beowulf y Grendel (de quien el poema afirma que vivía “en la miseria entre los monstruos proscritos, tribu de Caín, a los cuales el Creador había proscrito y condenado al destierro…”), sus corazones se ven infundidos con el coraje para afrontar a sus oponentes meramente mortales.

Los Nosferatu medievales quedarían asombrados al comprobar la cantidad de los suyos que vivían en soledad, o casi soledad, en las noches posteriores a la caída de la Segunda Ciudad. Los sires creaban en ocasiones pequeños grupos de progenie para estar acompañados y que hicieran su trabajo, cualquiera que este fuese. Pero una progenie amplia apenas podría sustentarse acechando en una cueva, un pantano o un bosque encantado. Ello requería el refugio en una ciudad, y los Nosferatu no vieron con mucho gusto el morar en ciudades de milenios de antigüedad. Incluso las ciudades más grandes resultaban pequeñas en comparación con las metrópolis que estaba por venir (Roma, Cartago, Venecia, Moscú, Bagdad), los que dificultaba a los Leprosos impedir ser descubiertos.

Tampoco les entusiasmó la compañía de otros Cainitas. Incluso aquellos que nos se comportaban con desdén hacia ellos seguían siendo un cruel recuerdo de la inmaculada inmoralidad de la que podrían haber disfrutado. Así qué muchos fueron los Leprosos que decidieron vivir en parajes salvajes a pesar de los peligros. Muchos más dieron caza a las comunidades periféricas aledañas a los muros de las ciudades, especialmente los barrios extranjeros, campos de refugiados, casas de plagas y demás vecindarios de mala reputación. Algunos mantuvieron refugios en las ciudades, pero se mantuvieron lo más invisibles posible a ojos de mortales y Cainitas.

Roma

Roma no fue la primera ubicación donde los mortales realizaron construcciones subterráneas. También los babilonios excavaron hondos túneles de irrigación, a los que algunos Nosferatu emprendedores se mudaron al carecer de la necesidad de respirar. Luego, los egipcios construyeron enormes complejos funerarios con pasadizos subterráneos que propiciaron en su día decentes refugios una vez que se cincelaba en sus entradas alguna maldición protectora. Asimismo, a lo largo de la Historia, en muchas ciudades generaciones sucesivas han erigido nuevas construcciones literalmente encima de las antiguas a medida que el nivel del suelo subió debido a la sedimentación, la acumulación de desechos o corrimientos de tierra intencionados, dejando tras de sí complejos subterráneos fortuitos.

Sin embargo, la Cloaca Maxima de Roma (cuando fue clausurada por Augusto) y las últimas catacumbas cristianas proporcionaron por vez primera una extensa red de túneles en la que varias progenies de Leprosos podían refugiarse. Iglesias, sinagogas e incluso viviendas ordinarias también tenían criptas y pasadizos subterráneos que los Nosferatu más listos podían conectar con puertas ocultas, expandiendo aún más la red. Los Capadocios ya habían reclamado los camposantos de Roma, incluidas las catacumbas, y al principio resistieron la intrusión de los Leprosos. Pero cuando quedó claro que sus intereses en las catacumbas eran completamente diferentes (los Nosferatu buscaban refugio y los Capadocios espacio para su nigromancia), fueron capaces de negociar a lo largo de las décadas un acuerdo por el cual los Nosferatu ayudarían, a protegerlas catacumbas, pero permanecerían lejos de los santuarios preferidos de los Ladrones de tumbas. Los Nosferatu de paso por Roma y que disfrutaban de la reputada hospitalidad de su gran madriguera se llevaron consigo sus bases arquitectónicas.

Pronto, los Leprosos de todo el mundo intentaron imitar los éxitos de Roma. Incentivaron a los mortales locales para que horadaran la tierra con cualquier pretexto y luego adecuaron sus esfuerzos para satisfacer las necesidades vampíricas. Pocas fueron las ciudades que desarrollaron sistemas extensos de túneles interconectados incluso con su ayuda, pero los resultados a menudo eran suficientes para proporcionar refugio durante las horasde sol, si no para atravesar la ciudad de un extremo a otro. En el proceso aprendieron mucho sobre física, geología y principios arquitectónicos. Así surgió una nueva profesión Nosferatu: la del “constructor de madrigueras”, que viajaba de ciudad en ciudad no sólo para ayudar a las
poblaciones Nosferatu a ingeniar acomodos, sino también para construir refugios seguros y tumbas para otros Cainitas que habían escuchado demasiadas historias de vampiros aletargados aplastados durante terremotos o atrapados en inundaciones.

No todos los Nosferatu aprobaron este desarrollo. Su destino, argumentaban, no era vivir mezclados con la humanidad o llenar las entrañas de la tierra. Tal locura sólo podía traer dolor y quizá la ira de Caín o del Nictuku. Además, las leyendas primitivas sostenían que Absimiliard en persona acecha en las cthónicas profundidades. Cuanto más profundo cavaban mortales y Leprosos, más probabilidades tenían de descubrirlo, pero los Nosferatu que habían vivido en cuevas naturales durante tiempo incalculable desdeñaban esta idea. Ellos no habían encontrado
aún al Nosferatu, y algunos de ellos incluso habían sido lo suficientemente temerarios como para mirar. Los Nosferatu siempre han lidiado con secretos cuando les ha convenido; sus clones de sangre hicieron de ellos espías naturales, pero sólo en los últimos tiempos han empleado este talento en su totalidad. A medida que más Leprosos arribaban a las ciudades, se hizo más necesario tratar con otros Cainitas y, por lo tanto, adquirir información para canjearla o hacer chantaje. A lo largo de varios siglos, el espionaje se ha convertido en el fundamento de la reputación del clan.

Salvadores y Profetas

Roma también supuso otro gran acontecimiento en la Historia del clan. Si bien la idea de un Dios Verdadero no se originó en el cristianismo, supo aprovechar el vasto dominio del imperio, sus redes comerciales y de carreteras, para difundir una idea como nunca antes se había visto. La Cristiandad combinaba conceptos de redención, renovación y sacrificio de la sangre de una forma que garantizaba la atención de los vampiros, y los Nosferatu no fueron menos al dejarse cautivar. Pero su afecto por el Mesías no radicaba en Su sabiduría, Su divinidad o, incluso, Su resurrección, sino en Su amabilidad para con los descastados y los desaseados. Ayudó a los leprosos, los tocó e incluso fue a sus casas, habló con amabilidad a prostitutas, a taberneros y a gentiles. Cada vez que podía, dejaba claro que Su preocupación no estaba con los “virtuosos”, sino con aquellos que se sabían perdidos.

Muchos Nosferatu se regocijaron por encontrar al fin un profeta cuyo mensaje de esperanza parecía aplicarse a ellos (Juan 5:25 — “De cierto, de cierto os digo: viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.”). Y fueron muy felices, o al menos los antiguos dijeron que lo estaban, en las noches en las que la Cristiandad aún era un culto incipiente, desprestigiado y perseguido. En esos tiempos, pocos eran los Altos Clanes que se molestaban en unirse públicamente al culto, y aquellos de los Bajos que lo hacían estaban más dispuestos de lo normal a aceptar la compañía de los Leprosos (véase Capítulo
Cinco para más información sobre la implicación de los Nosferatu en diversos movimientos cristianos).

Sin embargo, algunos Nosferatu odiaron la idea de buscar la redención tanto como había odiado la de vivir entre los mortales, y su ira creció de forma exponencial a medida que la Cristiandad impregnaba cada rincón de civilización. Uno tras otro, los monstruos y dioses maléficos de antaño fueron degradados a la condición de meros demonios o cuentos de viejas. Estas historias, insistían los sacerdotes, no aportaban enseñanzas meritorias. De hecho, la Cristiandad y el judaísmo exhortaban a los creyentes a no temer el mal, el cual, a ojos de estos Leprosos, se alejaba precisamente de serlo. ¿Qué otra motivación subyacía entonces, sino la de provocar
precisamente miedo? Parecía que los mortales los abandonaban y que sus cada vez más numerosos compañeros de clan cristianos los traicionaban.

Entre 200 y 800 d.C., muchas cábalas Nosferatu se reunieron en la determinación tanto de reconducir a los mortales hacia la fuerza del mal terrenal como descubrir la mentira de la Gracia de sus equivocados hermanos. Se llamaron a sí mismos con diversos nombres. demoníacos
antiguos: los Carontes, los Utug, los Gallu, incluso a veces los Nictuku, si bien incluso sus simpatizantes lo veían como un sacrilegio. Aunque la mayoría de las madrigueras europeas se sienten obligadas a ofrecer hospitalidad incluso a los de sus sangre que aún rechazan a Cristo, rechazarán a cualquier Leproso del que sepan forma parte de una de estas sectas blasfemas, las cuales se han hecho más monstruosas con el paso del tiempo, en desafío a un mundo que creen que la ha tomado con ellos.

La Edad Oscura

Cuando Roma cayó, Cainitas importantes de la ciudad entregaron a los Capadocios de la ciudad algunas de sus posesiones más valiosas para que las salvaguardaran. Un número miserablemente bajo de las mismas fue recuperado. A lo largo del siglo que siguió, emprendedores Cainitas extranjeros saquearon criptas y catacumbas. Muchos de ellos eran Nosferatu. Los Capadocios
acusaron a los Nosferatu romanos de extender los rumores de los hallazgos y trataron de expulsarlos de los túneles. Una serie de sangrientas escaramuzas acabó en distensión, pero el conflicto se ha avivado varias veces durante los siglos que siguieron. Recientemente, una segunda línea de progenie Nosferatu se ha adentrado en las catacumbas, complicando más aún la situación. En 1229, un terremoto, seguido de una inundación al año siguiente, dañaron las estructuras subterráneas de la ciudad y sumieron a varios de sus moradores en el letargo.

Sin embargo, el primer modo de no vida que surgiera en Roma persistió incluso tras la caída del imperio. Mientras que otros linajes amplios de Cainitas perdieron contacto con sus ramificaciones en otras ciudades y naciones, los Nosferatu desviaron sus caminos para mantener a comunicación. Cuando parecía peligroso para los propios Leprosos llevar noticias de una madriguera a otra, se enviaba a mortales (a menudo disfrazados de peregrinos) y sirvientes de sangre animal.

Los Lazaritas

La sociedad cristiana se jacta de tener en su seno un lugar especial para los leprosos. Esto no le ha conducido a levantar los tabúes físicos que los aíslan: se toma mucho cuidado en el diagnóstico de la lepra, ya que verse contagiado es como adentrarse en una especie de muerte
en vida. A menudo se celebran misas funerarias en las que se declara al leproso perdido para el mundo y renacido para Dios. Los leprosos que no son acogidos en hospitales (o son encerrados en prisiones, si se prefiere), deben vestir unas túnicas especiales y llevar un badajo de madera para advertir de su aproximación. No se les permite acceder a lugares públicos o establecimientos
donde se manipulen o cocinen alimentos, ni tampoco pueden bañarse en termas o caminar por callejones estrechos por los que podrían cruzarse con otras personas. La mente secular del mundo menosprecia la lepra tanto como la mente religiosa la reverencia. Los leprosos aparecen en Evangelios, parábolas y biografías de los santos como símbolos del amor de Dios por aquellos a
los que la humanidad desprecia. Por consiguiente, frailes, monjas, monjes y sacerdotes han establecido leproserías a lo largo de Europa y Tierra Santa. Los leprosos también han gozado de buena acogida entre sus tocayos Cainitas. Algunas veces, los Nosferatu han instigado de hecho la fundación de leproserías, otras, han adoptado un interés protector sobre aquellas que ya existían o las han visto como un buen lugar donde esconderse, alimentarse y reclutar sirvientes mortales.

En 530 d.C., los Hospitalarios de San Lázaro de Acre y Cesarea fundaron un hospital para leprosos especialmente amplio fuera del recinto amurallado de Jerusalén, el cual, tras la caída de la ciudad en 1098 se convirtió en refugio de muchos Cruzados que habían contraído la temible enfermedad. Debido a que el progreso de la enfermedad suele ser lento, era natural que
estos caballeros sirvieran como los protectores del hospital y así se convirtieron en la Orden Militar Hospitalaria de San Lázaro (St. Ladre) de Jerusalén. Su valor y espíritu caritativo les granjeó un gran renombre; se consideraban los “muertos vivientes”, y no había batalla o viaje solitario que les provocara temor. Incluso Saladino quedó impresionado con ellos, y cuando reconquistó Jerusalén, puso a los caballeros de St. Ladre bajo su protección personal. Pero no fue este su principal valedor: ese honor recayó en anónimos Nosferatu que convencieron
a los líderes de la Orden para que aceptaran el abrazo y orientar así su obra desde más allá de la tumba. Algún tiempo después, el sucesor del antiguo maestre y chiquillo suyo, Fra’ Raymond, se vio obligado a huir con sus caballeros leprosos a Constantinopla (los caballeros mortales no compartieron su infortunio, y permanecieron en Tierra Santa). Durante un tiempo tan breve como doloroso, ellos y sus benefactores, el Nosferatu Malachite, se convirtieron en un una luz de esperanza y orgullo para otros cristianos de su clan. Fueron aceptados casi como iguales por las demás casas Cainitas de Constantinopla, y parecieron encarnar todo lo que había de bueno en el espíritu Nosferatu que yacía bajo sus retorcidas apariencias.

No obstante, cuando Constantinopla cayó en manos de los Cruzados en 1204 d.C., Fra’ Raymond sufrió la Muerte Definitiva. Los caballeros perdieron su lugar de respeto y muchos de ellos también desaparecieron tras esa derrota. Ahora luchan para medirse con los invasores latinos. Aunque siempre odiaron la absurda carnicería de la Cuarta Cruzada, sienten que deben continuar con su misión esté quien esté a la cabeza, y así se tragan su orgullo para buscar el favor de sus conquistadores. Los Cainitas latinos tratan a los Lazaritas como una excepciónentre los Nosferatu: no son sabandijas, sino honorables enemigos descastados a los que se debe un respeto, si no confianza (los Caballeros creen que de haber sido Ventrue o Toreador habrían obtenido muchos más privilegios). Todo Nosferatu que abrigue esperanzas de convertirse o seguir siendo caballero a ojos de sus compañeros Cainitas, aún observa el ejemplo de los Caballeros de St. Ladre, pues se cuentan entre los escasos Nosferatu considerados verdaderamente nobles (para más información acerca de los Caballeros de St. Ladre y los Malachites, véase Constantinopla Nocturna).

Recursos Argumentares

Los Nosferatu no padecen el estado de agitación interna que otros clanes sufren, probablemente debido a que difícilmente podrían permitírselo, pero los problemas, tanto internos como externos, pueden asolar hasta la madriguera más sólida:

La Carga de la Sabiduría

Cuando los Malkavian reciben una visión de lo que está por venir lo hacen de forma dramática: un estallido de sabiduría perfecta del mas allá, un presagio en el humo o en sangre o una masa confusa de acertijos y metáforas. Los Nosferatu llegan a sus conclusiones de una forma mas prosaica, a través de la cuidadosa acumulación de pistas dispares. Una vez han dado con un cuadro completo (o al menos lo suficientemente completo como para emitir teorías a partir de el), llega el verdadero trabajo duro: ¿qué hacer con ello? Como norma, la información que recaban los Nosferatu está relacionada con trifulcas privadas que afectan a una o dos ciudades como mucho. Pero en ocasiones afloran tramas de orden más trascendental. En esos momentos, incluso
los leales aliados pueden escindirse amargamente en relación a qué acción llevar a cabo (y si las situaciones degeneran hasta el punto de que los Nosferatu emplean sus talentos para el espionaje contra ellos mismos, los resultados se antojan devastadores).

A modo de ejemplo, he poco el clan reunió pistas preocupantes, no tanto a cerca de una conspiración como de un sentimiento generalizado entre neonatos europeos. Mas de tres docenas de antiguos de todo el continente han caído por los colmillos de sus propios chiquillos
durante el ultimo medio siglo. Si bien esto en si no es inusual, lo que sí extraña es que enteras progenies de chiquillos colaboren en dichos asesinatos; los antiguos suelen ser expertos en enfrentar a su progenie unos con otros. Algo o alguien está ayudando a estos novatos a superar
las manipulaciones de sus sires. Los Nosferatu incluso han oído susurrar la palabra “Furores”, pero a parte de las connotaciones obvias, no tienen mas que una vaga idea de lo que pueda significar. Por supuesto, algunos de sus compañeros de clan les podrían decir todo acerca del incipiente movimiento, pero han cortado el contacto y transferido sus lealtades incondicionales a nuevos círculos. Cuando los antiguos descubran que los Nosferatu se han visto atraídos por los Furores, sin duda enviaran topos para averiguar el resto de la historia.

Los antiguos del clan ya están bastante preocupados. Es posible que el antiguo ciclo Cainita de parricidio este ganando fuerza de nuevo y una acción decisiva ahora podría impedir que la amenaza creciera. Pero lo único que tienen son fragmentos de información internacional con La que no es muy probable que impresionen a los Altos Clanes, famosos por su mentalidad de dominio local, y especulaciones teóricas. Incluso si lograran evocar una respuesta, probablemente seria en forma de un fútil pánico que engendraría persecuciones que con toda seguridad enfadarían aun más a los Furores.

La Guerra del Presagio

Aparte de los Caballeros de St. Ladre y sus imitadores, pocos son los Nosferatu que se dedican a la guerra por nacimiento o inclinación. Si bien los Nosferatu de Europa del Este han ayudado a los Tzimisce en su campaña contra los Tremere de forma fortuita (habitualmente más por duelo hacia los Salubri que por temor hacia los Demonios), nunca han sido participantes en primera línea de la Guerra del Presagio. De hecho, durante muchos años no han dado crédito a las afirmaciones Tzimisce de que las Gárgolas habían sido creadas a partir de los huesos y las almas de Nosferatu; la mayoría asumía que los voivodas se habían inventado esta historia para ganarse sus servicios. Sin embargo, a principios de siglo, Velya el Desollador y su joven protegido, Myca Vykos, proporcionaron pruebas supuestamente incontrovertibles a Berchta Nariz de Hierro, antepasada de muchos Nosferatu germanos y eslavos. El resultado ha sido que el clan ha convertido a los Tremere en un asunto de inteligencia de alta prioridad, no sólo en Europa Oriental, sino en Occidente también. Está claro que los Usurpadores son más peligrosos de lo que en un principio
se creía. Como norma, las campañas Nosferatu contra los Tremere consisten en chantajearlos y desacreditarlos en lugar de matarlos directamente, aunque se han dado excepciones.

Herramientas Para el Jugador

A continuación te ofrecemos ejemplos conceptuales de personajes e historias que se nutren de la historia pasada del clan:

Espionaje

• Te has dedicado a una larga campaña de sutil venganza contra un Cainita de la ciudad que casualmente destruyó algo valioso para ti hace años. Por fin tienes la información que necesitas para destruir la carrera de tu enemigo, e incluso puede que su no vida, pero desgraciadamente
esa información también implica a otro Cainita que siempre has considerado un fiel aliado. ¿Lo
destruirás también, a riesgo de perder a uno de los pocos compañeros que tienes fuera del clan?

• Tu habilidad con la Máscara te ha reportado una tarea despreciable: impresionar a un miembro de los Altos Clanes. No solamente sabes que odiarás cada minuto de ese deber, sino que deberás estudiar durante años etiqueta, conducta y sólo los Cainitas saben qué más, para asegurar tu tapadera.

• Tratas de desbaratar la conspiración de un antiguo que podría extenderse a numerosas casas Cainitas importantes, por lo que viajas de madriguera en madriguera en busca de información relevante. Sin embargo, no deseas que ninguno de tus compañeros de clan descubra antes que tú la solución y se lleve el prestigio, por lo que deberás impedir que sepan cuáles son tus intereses y porqué.

•Eres un Prometeo o Futore que busca ser admitido en el movimiento, y se te ha asignado una tarea para mostrar tu lealtad: localizar a un compatriota desaparecido tuyo a partir de un apodo y una vaga descripción. A tenor del trabajo, es evidente que esperan de ti que hagas uso de las redes de información de tu clan, pero cuanto más lo hagas mayor será el riesgo de atraer la
atención de tu clan hacia tus maniobras.

Política de Madriguera

• Recientemente has abordado a un antiguo cuya devoción por la unidad del dan te resulta admirable, y le has pedido consejo sobre una espinosa disputa que tratas de zanjar. La única respuesta que se le ha ocurrido es invocar el fantasma de el Nictuku, pero la idea de jugar a ser el coco (sobre todo porque implicaría matar a compañeros de clan) no te resulta atractiva. Por desgracia, esta de acuerdo contigo en cuanto a la seriedad del problema, y que sino estas dispuesto a encargarte de ello ya encontrara a alguien que lo haga.

• Tu madriguera ha dado cobijo a un Leproso de otra madriguera que con anterioridad ha resultado una valiosa fuente de información y ayuda. Desgraciadamente, el recién llegado está suscitando problemas en la ciudad y estás convencido de que toda la madriguera acabará siendo castigada por ello antes de que pase mucho tiempo. No puedes echar a patadas al invitado
porque podría ofender a la otra madriguera, cosa que no te puedes permitir. De alguna manera debes deshacerte de él y encontrar a alguien para echarle las culpas.

• Un compañero de madriguera ha desarrollado la mala costumbre de ofrecer información falsa o engañosaa los Cainitas que acuden a él. Debido a ello, tus propios “clientes” ya no se fían de tus informes como solían hacerlo. Los antiguos de la madriguera, que tienen sus propios proyectos, no parecen de momento muy preocupados por el asunto. Si sólo pudieras encontrar una
manera de preocuparlos.

Afán Religioso

• Vives en un pequeño pueblo y tu cuadrilla consiste en un pequeño grupo de creyentes devotos. Un seguidor del Camino del Pecado está de paso y si bien podrías tratarlo como un invitado durante un tiempo, resulta que está “atendiendo” a los mortales que están bajo su cuidado, retorciendo inteligentemente tu filosofía para satisfacer sus viles planes de corrupción. Tu variante del Camino del Cielo enseña tolerancia y perdón, pero ¿acaso no existe un límite?

• Eres un misionero (cristiano o musulmán) que ha concebido la meta suicida de viajar a los páramos para convertir una vieja progenie Nosferatu conocida por su desprecio a la Gracia. Llegar allí no será más que la mitad del trabajo.

• Eres el autodesignado guardián de una pequeña pero populista herejía, y las has alimentado desde que era una vaga idea hasta que se ha convertido en una verdadera filosofía, potencialmente atractiva tanto para Cainitas como para mortales. Ahora que parece tener
alguna oportunidad de éxito, otro Cainita fanático de un Alto Clan (Brujah, Lasombra o Toreador, lo más probable), ha decidido entrar en escena. Te agradece por el duro trabajo allanándole el camino, por supuesto, pero te das cuenta de que tu movimiento florecerá como se merece si no está encabezado por una criatura tan maldita por Dios.

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